Este proyecto nació durante una conversación con mi analista. Hablaba yo de la dificultad de ser mestizo y sobre todo de vivir en un lugar donde todo el mundo intenta hacer creer que la raza y el origen social de los individuos no son factores determinantes en la vida social y afectiva de una persona.
La mayoría de mis obras nacen así.
Salí de mi cita con la firme determinación de explicar de manera cruda y visual el fenómeno de la transculturización. ¿Qué significa venir de un lugar donde una cultura domina a otra hasta el punto de volverse ésta la cultura vehicular de un individuo? ¿Cómo mostrar que aceptar esa situación corresponde a ser poseído, utilizado y dominado? Claro, yo vivo en el mejor de los mundos y supuestamente esta situación es envidiable. Un rey dijo que París bien vale una misa y mi madre decía que algunas veces hay que cerrar los ojos y pensar en cualquier cosa... Entonces ¿De qué me quejo? Básicamente de nada, solamente me siento privilegiadamente obligado a decir la verdad.
El sentimiento de inferioridad es algo que cuesta mucho de superar y bueno, discutiendo con amigos de diferentes orígenes, viviendo en otros idiomas y culturas, estando habituados a provocar dudas y curiosidades profesionales y sociales, llegamos a la conclusión unánime y perfectamente visual de mostrar el fenómeno de la transculturización con la imagen de un culo penetrado por un símbolo fálico de algunas culturas que dominaron o dominan el mundo... Así nació esta visual manera de hablar de un tema viejo como el mundo en que vivimos.
Una hucha enorme y dorada símbolo de infancia y de ahorro, un objeto casi pop.
En pleno centro de una ciudad europea; ¿qué puede significar?
Un problema personal en realidad.
Soy francés y peruano, puro producto de cinco siglos de idas y vueltas de la historia de dos continentes.
No sé si en España se enseña la historia de la conquista de la misma manera que en América Latina; recuerdo que de niño me sorprendió mucho la historia del rescate propuesto por los incas para recuperar Atahualpa: se llenó un lugar enorme de oro y plata venida de todo el imperio para salvar a nuestro soberano. No sirvió de nada, los conquistadores se lo cargaron igual.
Cuál sería mi sorpresa al contar esta historia a amigos del culo del mundo y descubrir que todos teníamos historias de rescates pagados, promesas incumplidas y soberanos finalmente ajusticiados o exiliados en el mejor de los casos.
Para simplificar el problema y visualizarlo mejor, todo individuo del tercer mundo que creció en un país colonizado es potencialmente un Inca: pagó un rescate, pagó su idioma, a veces su religión, su culpa, su trauma sin poder salvar a su inca...
Llenen la hucha a palmo y ya veremos lo que haremos con la plata devaluada y con mis complejos.
No more no less. Difusión de carteles en zona centro y Lavapiés.
La hucha de los Incas. Obra retirada por el artista.