Colón, el primer comunicador
Dice la historia que Cristóbal Colón descubrió América, aunque nosotros preferimos expresarnos en términos menos eurocéntricos y entendemos que Colón estableció el primer canal de comunicación entre el Viejo y el Nuevo Mundo, el primer hilo de una red que durante los siglos se ha densificado exponencialmente.
Creemos que la Plaza de Colón debería mantener ese carácter de comunicación con el que identificamos al personaje que le da nombre (curiosamente los jardines junto a la plaza se llaman Jardines del Descubrimiento). Ahora, más de cinco siglos después de aquel primer contacto, sugerimos utilizar éste céntrico ágora como exponente del estado de la relación contemporánea entre Europa y Latinoamérica.
Redes locales, redes globales
Michel Serres describe la condición hipercomunicativa contemporánea con su brillante reflexión sobre el hors là en su libro Atlas. Hors-là es un estado que pone en relación el contexto local y el contexto global, las redes comunitarias y las redes internacionales, lo minúsculo y lo mayúsculo.
Dentro de la maraña social de Madrid encontramos nuevas comunidades emergentes, formadas mayoritariamente por grupos de inmigrantes. De entre ellas, las correspondientes a los países latinoamericanos, son las más populosas. Por lo general siempre es imprescindible un catalizador que funcione como colágeno de cohesión social. En nuestra sociedad de la comunicación, los locutorios cumplen esta función catalítica entre los grupos de recién llegados. Son los vórtices físicos de una red imprecisa y densa de relaciones locales y además habilitan relaciones globales. En otras palabras, un epítome del hors-là.
Locutorio Colón
La propuesta es tan sencilla y pragmática que roza el campo de lo debatiblemente (y deliberadamente) no-artístico. Somos conscientes de ello, y aun así sugerimos la instalación durante la duración del evento Madrid Abierto, de un locutorio gratuito en la Plaza de Colón.
Este proyecto intenta alejarse de la objetualidad y ansias de eternidad que con frecuencia tanto pesan sobre el arte contemporáneo. En cambio, el proyecto intenta ahondar en los aspectos colaterales a la pieza (el locutorio) misma: en cómo se corre la voz sobre su existencia, en cómo se organizan los turnos de uso, en las actividades paralelas que pu edan surgir improvisadamente a su alrededor, en el horario de empleo previsiblemente nocturno que tendrá…
Nos gusta pensar que la plaza será exactamente la misma una vez se desmantele la cabina de teléfonos, sin embargos, habrá participado en elaborar una red social más compleja e intensa entre aquellos que a un lado y otro del Atlántico la han disfrutado.
Profundizando sobre las bases expuestas anteriormente, en primer lugar acometeremos una búsqueda de emplazamiento concreto dentro del amplio espacio urbano de la Plaza de Colón. Al analizar el comportamiento de los ciudadanos se identifican dos zonas de flujo: la primera peatonal siguiendo el eje Serrano-Castellana (Jardines del Descubrimiento) y otra rodada que es el territorio marcado por los skateboarders para sus trucos. En el encuentro de estos dos ámbitos decidimos intervenir de manera que la instalación pueda beneficiarse e incluso ser “apropiada” por los distintos tipos de ciudadanos que aquí conviven así como aquellos que vendrán atraídos por el hecho mismo del locutorio.
Nuestra intención es la de fomentar diversos tipos de comunicación: tanto la del rumor invisible que anuncia la existencia del locutorio Colón por los barrios de inmigrantes en Madrid, como la intercontinental facilitada por los interfaces telefónicos, así como la social entre aquellos que esperan su turno para hacer su llamada con aquellos que ya lo han hecho o incluso con los skateboarders o viandantes, y también la comunicación publicitaria-gráfica que con toda seguridad surgirá (carteles publicitarios pegados ilícitamente, graffitis…) antes o después sobe este nuevo huésped urbano.
No queriendo centrar toda la actividad en torno al elemento del teléfono y con el objetivo de permitir todos estos tipos de expresión anteriormente citados, se sugiere una variedad de posibilidades (quizás módulos ligeramente distintos el uno del otro) de uso de la propuesta ofreciendo una variedad de mini-espacios.
Se toma la decisión de fragmentar la propuesta en módulos fácilmente montables-desmontables- transportables. Con esto se facilita la operación constructiva y se posibilita un uso posterior en otras ciudades o plazas. La construcción estará formada por paneles de madera o viruta prensada con bastidores de listones de madera, de esta manera se reduce enormemente el coste material de la propuesta.
En aquellas horas del día en las que se desee cerrar la instalación, esta podrá convertirse en un “armario” estanco y a prueba de vandalismo.
Jardines del descubrimiento, Plaza Colón.