Lo que me sorprende del trabajo de Oscar Lloveras es su relación con la sociedad, pero también su relación con la naturaleza. Trata de borrar la dualidad... una dualidad existente entre unos y otros, o entre unos y la totalidad de su propio medio.
Sus obras son faros tangibles de una abertura permanente hacia lo monumental, pero también hacia lo infinitamente pequeño de una huella, de una ramilla encontrada dentro de un cuaderno de memorias... memorias de un recorrido escrito con la mirada. La insistencia de transmitir todo lo que se produce en el campo de visión. Una curiosidad (una abertura) que va a desplazarse dentro de ese campo.
Podríamos imaginar un gesto, que realiza un recorrido alrededor de un espacio limitado por signos invisibles. Luego, el gesto se traduce en el taller.
El todo vale escribe el accidente , la sorpresa; el cuerpo se libera de su soporte, a veces mordiente. La punta metálica incide y traduce lo aprehendido mediante su escritura plástica. Relación osmótica entre la presencia del recuerdo y la realidad del gesto. Se trata de adaptar esta suma de recuerdos a la realidad.
Es el porqué de la actividad de Oscar Lloveras, que penetra en los sitios y propone una observación. El gesto se desarrolla de manera ínfima o monumental. El trabajo físico -importantísimo- participa de lo físico del ambiente y lo interroga de nuevo. El encuentro de una relación directa entre lo observado y el hacer: lo vivido del propio sitio. Podríamos decir que el sitio se adapta a una intrusa, que es la obra.
El terreno es un paso obligado para borrar la ausencia, o más claramente, para ocuparla. Lloveras desarrolla obras planas, eliminando los vacíos producidos en las estructuras espaciales, y escalona sus bandas mediante huellas, dando un recorrido vertical.
Oscar Lloveras es un aventurero del espacio. Y sus sucesivos viajes se producen por necesidad de aprehender un todo sin concluirlo. El acto de fabricación está ligado siempre al placer. El placer está siempre presente, aunque su gesto sea monacal. Rayas de luz atraviesan el silencio. El cuerpo en pie deja un lugar al cuerpo plegado en el taller.
La diversidad de las técnicas y los materiales son testigos de esta sensibilidad que se produce del grano de arena hasta el árbol, de la arcada de una iglesia hasta la piedra en el camino. El recorrido de la arcada une el suelo y el cielo.
Lloveras trata de relacionar sus experiencias plásticas con los demás. "La forma se acerca al ser y el ser a la forma". Su trabajo no tiene nada de inocente, sino que se desarrolla como las páginas de un libro. Comunicar es crucial en su obra; el lenguaje es preponderante. En su movimiento permanente, se dirige a la infinidad de nosotros.
Duchène Gérard
Pº del Prado, frente al Museo del Prado.