Este trabajo está incluido en una nueva serie de piezas en las que la artista ha partido de diferentes mitos cinematográficos para recrearlos de manera literal, intentando reproducirlos deliberadamente con toda exactitud y fidelidad.
En este caso, su propósito consistió en apropiarse de una imagen mítica procedente de la película Los pájaros de Alfred Hitchcock, y volver a reconstruirla de nuevo como una realidad tangible. Para ello, invade toda la parte frontal de la fachada de la Casa de América con multitud de cuervos negros hechos de un material sintético que se sitúan posados sobre las cornisas del edificio, ventanas, balcones, etc...; de tal manera que lo cubran prácticamente todo como si se tratara de un enorme enjambre de abejas. Al igual que sucede en el film, la presencia amenazante de los pájaros dentro de un entorno cotidiano alterará nuestra visión habitual de la realidad diaria.
La base de este trabajo se encuentra en el momento en que el espectador, al contemplar esta imagen que se encuentra omnipresente en nuestra memoria colectiva, la identifica y reconoce de inmediato evocando el modelo original de la película. Le interesa a Diana Larrea reflexionar acerca del concepto de mito como imagen cultural que actúa en la integración de los individuos. Al contrario de lo que se ha dicho, cuanto más se utiliza un mito más conserva su sentido esencial, afirmando su poder en el mundo de las ilusiones colectivas. La fuerza del mito radica en que nos da una conciencia de la realidad mucho más intensa que la propia realidad.
La simbología de esta imagen se encuentra presente en el mito universal del castigo divino. Tal y como relata el Antiguo Testamento en el episodio de las Plagas de Egipto, esta ocupación de las aves que acechan será algo inexplicable e insospechado por nosotros. Al repetir con esta réplica artística un acontecimiento similar en nuestro mundo actual, se hace referencia a estas temidas profecías que inexorablemente siempre se cumplen. El hecho de que una imagen procedente del mundo fantástico de nuestras pesadillas se haga de pronto realidad, confiere al trabajo un cierto carácter siniestro que resulta inquietante.